Criada por un padre artista, Irinka Talakhadze ha estado inmersa en el mundo del arte desde muy pequeña. Su padre, una profunda influencia en su trayectoria artística, le inculcó una profunda conexión con la creatividad, y ha estado rodeada de arte desde que tiene memoria. Con el fallecimiento de su padre, el acto de crear arte ha adquirido un significado aún más profundo para Talakhadze. Se ha convertido en una forma de reencontrarse con él, ofreciéndole un medio para reconectar con su espíritu y continuar el diálogo artístico que una vez compartieron. Esta conexión emocional añade un nuevo significado a sus obras, impregnándolas de un sentido de reverencia y amor.

El proceso artístico de Talakhadze se centra en transmitir la energía y las emociones que siente profundamente. Se esfuerza por capturar y expresar estos sentimientos de una manera no solo personal, sino también universal, para que sus espectadores puedan experimentar y compartir estas mismas emociones. Para Talakhadze, la inspiración proviene de un sinfín de fuentes. Encuentra espontaneidad y expresión en las obras de artistas como Francis Bacon, cuya energía e intensidad conmueven profundamente. Pero la inspiración también puede encontrarse en los sucesos más pequeños y cotidianos: esos momentos aparentemente insignificantes que, al observarlos a través de la mirada de un artista, adquieren significado y trascendencia.

Su colorida obra está profundamente influenciada por sus orígenes y el contexto cultural de la estética soviética, lo cual deja huella en su enfoque creativo. Talakhadze explora la relación entre lo tangible y lo intangible: lo que vemos y lo que creemos que representa una imagen. Esta exploración es fundamental en su arte, donde la apariencia superficial a menudo oculta verdades más profundas y elusivas. Le interesa especialmente el concepto de transparencia, considerándolo una forma de honestidad, una manera de desvelar las capas y exponer el funcionamiento interno del ser.

A través de sus obras vibrantes y emotivas, Talakhadze expresa su mundo interior, plasmando sus experiencias, recuerdos y emociones personales en arte. Sus pinturas no solo reflejan su pasado, sino que también invitan al espectador a adentrarse en ese mundo emocional, ofreciendo un espacio donde se difuminan las fronteras entre artista y observador. En este espacio compartido, se invita al público a conectar con las historias y los sentimientos que se esconden en cada pieza. El enfoque artístico de Talakhadze sirve de puente entre el artista y el espectador, fomentando una comprensión mutua que trasciende la separación tradicional entre creador y público.