ROSE MADONE


Para mí, crear es como respirar bajo el agua: es la única manera de alcanzar lo más profundo de lo que siento, donde las palabras se disuelven y solo quedan la forma, el ritmo y el silencio.
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Nacida en 1993 en el norte de Francia, Rose Madone es una artista versátil y multidisciplinar cuya práctica creativa abarca la pintura, la cerámica, la fotografía y el vídeo. Para Rose, la creatividad es mucho más que una vía de escape artística: es una poderosa herramienta para canalizar y trascender su energía, sirviendo como un medio esencial tanto para la expresión personal como para la introspección. Es a través de esta diversa gama de medios que explora su mundo interior, reflexionando sobre las emociones y experiencias que la moldean.
A temprana edad, Rose decidió dejar su ciudad natal, Lille, y emprender un viaje para explorar nuevos entornos. Primero se estableció en Bruselas y luego encontró su lugar en Barcelona. Su traslado a Barcelona en 2017 marcó un momento crucial en su desarrollo artístico, ya que fue allí, en la vibrante y cosmopolita capital catalana, donde su visión conceptual y estética comenzó a arraigarse. Esta ciudad se convirtió en la base sobre la que cristalizó su voz artística, permitiéndole perfeccionar su enfoque y profundizar en su identidad artística.
La práctica artística de Rose se basa en tres pilares fundamentales: emoción, análisis y compartir. Estos elementos definen su obra, donde la espontaneidad y el instinto impulsan su exploración de temas como la vida cotidiana, los ciclos naturales y la evolución del ser. Su proceso es de descubrimiento continuo: busca agotar las emociones, transformándolas en formas tangibles. Al plasmar visualmente sus reflexiones internas, Rose busca descubrir significados y alcanzar una mayor comprensión de la condición humana. Sus pinturas, en particular, se convierten en un espacio para el diálogo visual, ofreciendo una conexión directa entre ella y el espectador, propiciando experiencias e interpretaciones compartidas.
El sello distintivo de la obra de Rose reside en su fluidez: sus piezas se caracterizan por movimientos fluidos, texturas arenosas y un sofisticado juego de transparencia y dualidad. A través de estos elementos, sus composiciones exploran la tensión entre los opuestos, buscando crear una sensación de equilibrio. Este equilibrio no es solo visual, sino también personal, y refleja la búsqueda continua de la artista por la armonía en su propia vida. Su paleta de colores abarca desde beiges suaves y delicados hasta negros intensos y profundos, incorporando una rica gama de marrones terrosos que evocan formas y texturas naturales. La fusión de formas orgánicas con estructuras minimalistas crea una tensión dinámica dentro de la composición, donde los elementos contrastantes coexisten armoniosamente, reflejando la complejidad de la experiencia humana.










